miércoles, 18 de abril de 2018

Intención

Uno de los requisitos principales en Tai Chi Chuan es:
Usa la intención (yi) y no la fuerza muscular.
Esta oración nos explica uno de los más altos ideales de Tai Chi Chuan y enfatiza la importancia de yi.
Yi ya está en la filosofía clásica china como un término técnico, que abarca un amplio rango de significado.
Uno puede decir, p. que yi es todo, que uno tiene en mente, lo que uno está pensando. Zhuangzi señala:
Lo que se puede verbalizar es el grueso de las cosas.
Lo que puede estar en la mente (yi) es la multa de las cosas.
Yi En la epistemología de Xunzi se traduce mejor como imaginación.
Pero yi también puede ser estado de ánimo, inclinación o intención, como la intención de un pintor anterior a su pincelada.
Esto se llama bi-yi la intención del pincel.
Esta 'intención' también se atribuye a menudo a la naturaleza, cuando uno siente el final del verano, con un escalofrío en el aire.
En chino esto se llama chu-yi, la intención del otoño.
El término yi se encuentra a menudo en los clásicos de Tai Chi Chuan, en la Canción de 13 Movimientos Básicos:
Yi y Qi como el gobernante; huesos y carne como los sirvientes.
En algunas traducciones de esta oración uno encuentra a menudo la palabra espíritu o mente para yi.
Aunque yi está cerca del espíritu (shen) y de la mente del corazón (xin), uno debe saber que el espíritu y la mente del corazón no son idénticos a yi.
Uno dice:
Cuando la mente del corazón se mueve, el yi también se está moviendo.
Las órdenes de la mente del corazón, el yi implementa.
Para colocar yi debajo del espíritu y la mente oída y para tener en cuenta el significado especial de yi en Tai Chi Chuan, es mejor traducir yi como intención.



lunes, 16 de abril de 2018

Poder interno


Cuanto más adversas sean para vosotros 
las circunstancias que os rodeen, 
mejor se manifestará vuestro poder interior.

Proverbio de India.


sábado, 14 de abril de 2018

La concentración y la piedad



Un joven, preso de la amargura, acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un anciano maestro:
-Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?
-¿Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida? —preguntó el monje.
-Sólo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de verdad.
El maestro llamó entonces a otro monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una espada afilada que brillaba al sol.
-Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes, te cortaré la cabeza con esta espada; y si ganas se la cortaré a tu adversario.
Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje. Vio su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia vida, ociosa y banal...
Y de repente se sintió tocado por la piedad. Así que cometió un error voluntario y luego otro... Iba a perder. Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron.
-No hay vencedor ni vencido –dijo-, No caerá ninguna cabeza.
Se volvió hacia el joven y añadió:
-Dos cosas son necesarias: la concentración y la piedad. Hoy has aprendido las dos.
Cuento Zen


En un momento, el joven olvida su propio interés
y empatiza de tal manera con su contrincante
en el juego del ajedrez que se ve reflejado en él.


miércoles, 4 de abril de 2018

Fluidez, el camino del agua



La fluidez del agua es una imagen central en la filosofía taoísta y en los textos clásicos chinos como metáfora de la verdadera naturaleza del universo o TAO, término que suele traducirse como el ‘camino’.
El TAO fluye inexorable, es la ley del cambio que rige todas las cosas, fuente de orden y equilibrio.
El agua también fluye entre los obstáculos y los vence suavemente sin enfrentarse a ellos.
No lucha y por tanto jamás podría ser derrotada, siempre vence y alcanza su destino que es el mar.
Mientras las artes marciales externas preparan el cuerpo para el combate, en los estilos internos el practicante elude cualquier enfrentamiento con el mundo o con uno mismo y logra sus metas emulando al agua: eligiendo el camino de menor resistencia y liberando el poder inherente de su propia naturaleza.
Se dice que: ‘Quien sigue al TAO se hace Uno con el TAO y se vuelve como el agua.’

Marta Respiraryfluir


domingo, 1 de abril de 2018

Profesor – Alumno



La interacción entre el Profesor y el Alumno tiene una única tarea, cuyo nombre es: desarrollo. Precisamente el desarrollo debe formar las relaciones entre ellos. Todo lo demás es, como dicen, retórica.
Si el Alumno no comprende qué es el desarrollo, entonces gasta su tiempo y energía en el seguimiento de una experiencia ajena sin formar la propia. Y esto significa que simplemente cumple con la función de participante en un proyecto, trabajando para el Egrégor y, al final, puede que obtenga una forma más perfecta, pero que permanecerá incomprensible para él mismo.
Por lo tanto, vale la pena comprender en qué consiste la esencia. Sin embargo, por muy extraño que parezca, no puede ser comprendida debido a una sola razón: la idea misma de la conexión entre “Profesor y Alumno” es imposible en las condiciones de vida actuales del ser humano. Primero, que el Profesor sea capaz de mantener realmente el papel de Profesor en condiciones temporales y espaciales alteradas, lo que sería más una excepción que una regla. Es que el Profesor no es la persona que enseña al Alumno. Aquí, ante todo, es importante la presencia de un Alumno que sea capaz de aprender. Resulta que el Profesor se ve obligado a hacer mucho de lo que, al fin y al cabo, no tendrá el efecto necesario. Y éste tiene que considerar el proceso desde el punto de vista del trabajo con el espacio de la persona que entrena hasta el momento en que se exprese, es decir, hasta que se convierta, de hecho, en Alumno.
El Profesor construye al Alumno, le abre los enlaces internos, organiza su espacio interno y externo; no le enseña, simplemente, algunos ejercicios, denominándolos con diversos nombres bonitos. Pero no basta sólo con que esté obligado a ser realmente capaz de hacer esto, sino que además debe continuar el proceso en sí mismo y tener condiciones que le permitan hacerlo con su Alumno. Aunque, incluso si el Alumno entrenara con su Profesor cuatro horas por día, le quedarían unas veinte horas más, donde la proporción 1 a 5 es bastante asimétrica. En este caso aún no existe lo que se puede, e incluso es necesario, controlar, puesto que el que entrena desde un principio no representa un número entero, no tiene unidad.
Y el problema aquí no consiste en que sea imposible controlar a alguien, sino en que si el alumno no ha construido la Geometría y el Eje correctos (lo que de hecho le hace ser un Alumno), entonces será incapaz de percibir la conexión y seguirla.
Ante el Alumno está presente la tarea principal: construir la experiencia de ser Alumno. La siguiente tarea es perfeccionarse, concebir conscientemente esta experiencia. Es decir, convertirse en Maestro. El Alumno-Maestro es el que ha concebido su experiencia o se encuentra en una forma transformada e inmutable. En otras palabras, la reestructuración posee cierta constante.
La interacción “Profesor – Alumno” es una interacción bastante imperfecta, en la que sobre la imperfección del Profesor se agrega la imperfección del Alumno y la imperfección del espacio. Precisamente con esto hay que trabajar. El Profesor debe trabajar en su imperfección relacionada con la enseñanza, en la que el factor más importante es la responsabilidad. El Alumno tiene que trabajar en la imperfección de su consciencia, energía y cuerpo. Juntos, ellos deben trabajar en la imperfección del espacio.
Por eso, de hecho, se crea también el Egrégor que ayuda al Profesor a interactuar con el Alumno, y al Alumno a usar la experiencia del Profesor, de la escuela o la Tradición. Lo más peligroso surge cuando el Profesor empieza a enseñar a alguien que todavía no se ha convertido en Alumno, imponiendo, de hecho, el juego de “Profesor – Alumno”. Para evitar esto, el Profesor debe crear condiciones para la comprensión, en cuyos límites la persona que entrena debe más aceptar que comprender las etapas de interacción.
Etapas de interacción:
Ayudar a la persona que entrena a ganar nueva experiencia de una existencia en la que el desarrollo se considera como el único e indiscutible valor para el ser humano.
Mostrarle la diferencia entre ejercicios, entrenamientos, práctica y permanecer en el desarrollo.
Ayudar a la persona que entrena a permanecer en una nueva, desconocida hasta ese momento, experiencia (no menos de tres años).
Identificar y eliminar faltas, defectos y aspectos problemáticos.
Guiar a la persona que entrena al estado de Naturalidad como un proceso energético específico. En este proceso, en el interior surge el apoyo que puede ser aumentado y desarrollado.
Llevar a la persona que entrena a la comprensión de la esencia de qué y por qué se está desarrollando. De lo contrario no comprenderá qué es lo que debe aumentar y sólo aprenderá cierto conjunto de ejercicios que no podrán asegurar a la persona que entrena condiciones en las que logre convertirse en Alumno.