sábado, 23 de diciembre de 2017

Sabiduría y diplomacia

Un emperador chino, fue avisado que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares: 
-Vamos, síganme. Pronto destruiré a mis enemigos.
Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, el soberano trató muy amablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él nuevamente.
Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de aquellos que se había sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que este trataba con mucho cariño a quienes se habían sublevado.
Entonces, el primer ministro preguntó con enojo al emperador:
-¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa?
Usted dijo, que veníamos a destruir a sus enemigos y sin embargo, los ha perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los ha tratado.
Entonces el emperador, con actitud noble, dijo:
-Les prometí destruir a mis enemigos; y todos ustedes ven que ya nadie es mi enemigo ahora todos ellos son nuevamente mis amigos.


No hay comentarios.: