jueves, 23 de noviembre de 2017

El Hombre Que Tocaba La Flauta Celestial

Hace muchísimos años, al pie de las montañas Wuzi o cinco dedos, vivía un hombre que tocaba maravillosamente la flauta de bambú. Tan bien tocaba que la oropéndola no se atrevía a competir con él, el mirlo no entonaba tan bellas melodías y ni siquiera la alondra trinaba con tan rica sonoridad. Cuando empezaba a tocar la flauta, los pájaros se detenían en pleno vuelo, los campesinos que labraban la tierra, dejaban sus faenas; los ancianos se sentían rejuvenecer y los niños saltaban de alegría... Y tan hermosa era su música que la gente creía que había bajado del cielo, por lo que le apodaron “Hombre que toca la flauta celestial”.
Un día, el Rey-Dragón del Mar del Sur agasajó a las divinidades con un banquete en la playa. Ocho mil genios con ricas ropas exóticas charlaban y gozaban bebiendo en torno del anfitrión, que llevaba un hábito ceñido con un cinturón de jade. Y precisamente aquel mismo día de la fiesta, después de haber andado diez días y diez noches, el “Hombre que toca la flauta celestial” llegó a la playa para pescar. Tendió la red sobre el mar apacible, se sentó sobre una piedra limpia y lisa y comenzó a tocar la flauta. En ese mismo instante, cuando el Rey-Dragón levantaba la copa para brindar con sus huéspedes, oyó un sonido tan maravilloso como nunca había creído oír. Todos y cada uno de los dioses se quedaron en suspenso, incluso se olvidaron de las mesas repletas de manjares y dejaron caer sus copas de jade. El hombre de la flauta no sabía ni podía imaginarse que, en aquel momento, tantas divinidades estuvieran escuchando cómo tocaba su flauta. Y los dioses, por su parte, estaban persuadidos de que quien así la tocaba sin duda debía de haber descendido del cielo superior al mundo humano.
Tanto le gustó al Rey-Dragón el sonido de aquella flauta que quiso encontrar al ejecutante para que enseñara a su hijo a tocar el instrumento. Y, siguiendo la dirección de donde venía el sonido, halló al hombre, el cual recogió su red, metió la flauta en su ancho cinturón y siguió al Rey-Dragón hasta su palacio.
Ya habían pasado tres años y el hijo del Rey había aprendido a tocar la flauta de bambú, por lo que el flautista, que añoraba mucho su familia y su pueblo, le rogó al padre que le dejara volver a casa. El Rey agradecido se lo concedió y le indicó a su hijo que acompañara al maestro para que escogiera dos regalos -los que quisiera- del tesoro real. Había allí piedras preciosas rojas, amarillas, azules...; lingotes de oro resplandecientes, y centenares de miles de valiosísimos objetos. El flautista recorrió detenidamente el salón del tesoro del Rey Dragón y, al ver una cesta cilíndrica hecha de tiras de bambú, pensó: “Este utensilio me puede servir para guardar los camarones y peces que pesque”. Lo tomó y lo sujetó al cinturón. Después, en un armario, descubrió una capa para la lluvia y reflexionó: “Con esta capa puedo ir a la playa a pescar incluso en días de lluvia y viento”. Y éste fue el segundo y último regalo que escogió.
Al salir de la sala del tesoro acompañado del hijo del Rey-Dragón, éste, muy intrigado, le preguntó:
-¿Por qué has escogido estos objetos tan sencillos entre montones de oro y plata, perlas y piedras preciosas?
El maestro le contestó con una sonrisa:
-El oro y las piedras preciosas se gastan y desaparecen. En cambio, con esta cesta de bambú y la capa para la lluvia, puedo ir de pesca todos los días y, con los peces que pesque, nunca pasaré hambre.
Pero cuando regresó a su casa y fue por vez primera a pescar, descubrió que aquellos dos regalos eran realmente dos objetos maravillosos. Al volver de la pesca el cesto de bambú siempre rebosaba de relucientes peces, y la capa, desplegada, lo llevaba volando hasta el Mar del Sur, al lugar de la pesca.
De esta manera, con el cesto de bambú y la capa para la lluvia, llegó volando a las montañas Cinco Dedos y, tan pronto como tocó su flauta, el sonido se extendió por el firmamento y el mundo entero rebosó de júbilo y alegría.

La 'Preparación'

La "Preparación" parece un movimiento relativamente sencillo, pero resulta difícil ejecutarlo bien. Es difícil no porque el movimiento sea complejo sino porque exige que estemos completamente presentes, sintonizados con nosotros mismos y con el entorno.
Nos invita a hundir nuestras raíces en el momento, a no correr antes de empezar, lo cual suele  traducirse en la prisa por terminar.
Es un mantra corporal que nos apoya para estar "¡justo aquí, justo ahora!"
Al aprender el primer movimiento de una forma, que por lo general implica estar de pie y en silencio antes de empezar el ejercicio, se hará alguna mención sobre la postura de Tai chi.
Con frecuencia puede semejar un verdadero taladro escuchar a la maestra decir frases como: "Párate como si estuvieras suspendido de arriba, con un hilo dorado sujeto a la punta de tu cabeza. Relaja los hombros, las orejas alineadas con los hombros, la nariz, en línea con el ombligo y la barbilla ligeramente hacia adentro. Levanta un poco el pecho y empújalo con suavidad hacia afuera, mantén recta la parte baja de la espalda y aprieta la parte inferior de los glúteos. Planta con firmeza los pies en el piso y relaja los dedos de los pies. Enfoca los ojos directamente hacia adelante y suaviza la mirada".
Al tomar la postura de Tai chi conviene recordar que no somos máquinas, maniquíes o estatuas. No podemos establecer la postura o la forma de modo que queden fijas para siempre; pero sí explorarlas de manera continua.
La postura se convertirá en nuestra maestra a lo largo de la práctica: nos dará placer, satisfacción, frustración, encanto y fuerza, todo al mismo tiempo o de manera alternada.
No hay nada inmutable; todo cambia.
Tal vez quisiéramos contar con ese tipo de seguridad, pero al saber que no existe, lo entenderemos como una especie de libertad, y al aceptarlo recibiremos uno de los regalos que  Tai chi guarda para nosotros.
Así pues, tómate tu tiempo para adoptar la postura inicial de la "Preparación".
Tienes toda una vida por delante para practicar el Tai chi.
Comienza la "Preparación' colocándote de pie, los talones juntos, de modo que tus pies formen una V, y los brazos sueltos a los lados, con las palmas hacia el cuerpo.
Deja suficiente espacio debajo de los brazos como para colocar ahí tu puño cerrado.
El dedo medio de cada mano debe estar en línea con el centro de la parte exterior del muslo.
Las manos permanecen en una postura suave, como si en cada una sostuviera un plato de arroz.
La postura de las manos permite que haya espacio entre los dedos, así como una sensación de suave estiramiento de las palmas.
Al Maestro William C. C. Chen le gusta describir las manos en  Tai chi como "palmas bailarinas”, ya que comunican una sensación de la ligera energía que otorga vida y activa la forma.
Ahora, deja caer el cuerpo sobre la pierna derecha.
En vez de mover el peso de un lugar a otro, que con frecuencia implica mover demasiado la cadera, piensa más en hundirlo.
Imagina que estás de pie en una playa húmeda y que, sin moverte, quieres hacer una huella profunda con tu pie derecho.
Luego, da un paso con el pie izquierdo y colócalo directamente de frente.
La separación desde el pie derecho debe ser equivalente a la anchura de los hombros.
La mayor parte del peso sigue sobre el pie derecho.
Libera casi todo tu peso sobre el pie izquierdo.
Después, gira sobre el talón del pie derecho, de modo que los dedos de los pies queden hacia adelante, y tu pie derecho permanezca en posición paralela con el pie izquierdo.
Al mismo tiempo, gira ambas manos de modo que señalen hacia atrás.
Conserva el espacio por debajo de los brazos.
Los dedos conservarán una ligera curvatura.
El peso queda en medio de ambos pies.
La posición de pie, con los pies paralelos y las palmas de manos hacia el cuerpo, se llama la postura Wu Chi.
Ésta es una de las posturas de pie para la meditación más conocidas.
Wu Chi se refiere a la idea taoísta del origen del universo y es el nombre que se asigna a los momentos de tiempo infinito anteriores a que todos los elementos tomaran forma.
 Wu Chi también se puede traducir como la Madre de Todas las Posibilidades.
Es un momento de inmenso potencial que se extiende a través del tiempo y el espacio.
La postura Wu Chi es una de las bases de la práctica: tiene que ver con escuchar hacia adentro y hacia afuera al mismo tiempo.

Descansamos en la quietud y el silencio; sin embargo, estamos totalmente preparados para el movimiento que está por venir. 

Linda Myoki Lehrhaupt

sábado, 18 de noviembre de 2017

Los Inútiles Sobreviven


Los leñadores se deleitan en madera
derecha, lisa, fuerte y fragante.
Si el árbol es muy difícil de cortar,
demasiado retorcido para ser enderezado,
demasiado hediondo para gabinetes,
y demasiado esponjoso para el fuego,
se lo deja en paz.
Los árboles útiles son cortados.
Los inútiles sobreviven.

Chuang Tze

domingo, 12 de noviembre de 2017

La teoría de la oposición del Yin Yang

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Yang es el Cielo, la bóveda celeste, el Sol y el fuego que dan fuerza al cuerpo.
Después el Yin se encuentra con el Yang.
Yin es tender hacia la unidad, la Tierra, la Luna, el agua.
Constituyen una fuerza de apoyo y la filosofía que combina nuestros huesos, carne y corazón, el terreno en el que ciencia y filosofía van de la mano. 
Inspiremos profundamente y hallemos la calma para comprender la oposición del Yin y del Yang.
Fuego y Agua: si se medita detenidamente durante bastante tiempo, se comprenderá.
El fuego asciende y el agua fluye hacia abajo; el agua puede apagar el fuego cuando se sitúa por encima, a esto se le llama oposición, y es una ley natural que nunca cambia.
Sin embargo, si se coloca un recipiente debajo cuando el agua desciende para impedirle alcanzar su límite extremo, y se enciende fuego bajo el recipiente, el resultado es que el agua hervirá.
Esta es la teoría de la inversión del Yin-Yang, que nos permite hacer uso de las leyes naturales.
El sistema Taichi se basa en esta teoría de la inversión, y se utiliza en cada aspecto del arte.
Esta es la relación entre el fuego y el agua.
Si el fuego sólo ascendiera y el agua sólo descendiera, habría dos cuerpos separados, denominados fuego y agua, desligados uno de otro.
Dos son dos: hay que combinarlos para que se conviertan en uno.
Uno puede ser dos, y dos pueden ser uno, a los que se conoce como los tres: 
                                      Cielo, Tierra y Humanidad.
Una vez se comprende la filosofía de la inversión del YinYang, nos damos cuenta de que los dos no pueden ser separados.
El Cielo está arriba, la Tierra abajo y la Humanidad en medio.
Al estudiar el Cielo y la Tierra, comprendemos el Sol y la Luna, conocemos todas los elementos, las estaciones, la hierba y los bosques, el bien y el mal, la buena y la mala suerte en nuestras Vidas; entenderemos el Yin y el Yang como el cuerpo mayor y a la gente como el cuerpo pequeño, y nuestro cuerpo y nuestra alma se combinan para valorar todas las cuestiones.
Al comprender el concepto del Yin y del Yang, podemos expresar el Tao, podemos comprender el Cielo y la Tierra y podemos comprender qué motiva a las personas, y por qué algunas personas parecen tener mala suerte y otras buena.
Entonces podremos alcanzar nuestro más alto nivel de inteligencia.
Si no perdemos nuestros propios pensamientos, podemos hacer uso de la bondad que reside en nuestro interior; podemos desarrollarla ya que su crecimiento no tiene límites.
El cuerpo puede crear por sí mismo un pequeño universo.
La mente es la tierra; la vida es la persona, y el alma es la energía.
Si no lo podemos comprender, ¿Cómo podremos ser iguales al Cielo y la Tierra? 
El resultado de la vida no depende totalmente del destino.
Tenemos un trabajo que hacer, el futuro que está por llegar.
Kuo Lien Ying

viernes, 10 de noviembre de 2017

Mi naturaleza esencial

Mi naturaleza esencial no gusta de la vida en las ciudades, para estar libre del ruido me construí una pequeña cabaña con techo de paja.
Lejos, en lo profundo de las montañas, cuando llega la primavera observo los pájaros.
En verano me baño en el arroyo corriente, en otoño trepo a los más altos picos.
Durante el invierno me caliento al Sol, así disfruto del verdadero sabor de las estaciones.
¡Que el Sol y la Luna giren solos!
Cuando tengo tiempo leo los sutras.
Cuando estoy cansado duermo en mi cama de paja, si me preguntas "¿A quién ves en tus sueños?"
Contestaría, "Al Emperador Amarillo", fue él quien me transmitió la enseñanza secreta, la cual me está prohibido pasarte.
Ahora ya he llevado la túnica negra durante décadas.
El significado de la enseñanza es profundo y vasto como el océano, cuando lo revelo con mi trabajo de pincel, sus méritos son ilimitados.
Si te explicara esta enseñanza secreta a ti, la montaña sólida, me temo, saldría volando. 

Shib Tao 
(1641-1717)
(escrito para un sobrino, aspirante a artista)

martes, 7 de noviembre de 2017

Disciplina

Cuando se busca el Camino uno entiende que no es fácil, que mil senderos convergen y se debe decidir por cual andar;  pero, no importa aquí cual será el correcto ya que todos lo son, el camino de la derecha o el de la izquierda ese camino será nuestro hoy, nuestro ayer y nuestro destino.
Pero hay caminos internos que, en ese instante en que uno  debe resolver,  se abrirán dentro del corazón un sinfín de cuestiones que nos abordarán y nos harán sufrir momentos de incertidumbre, y también nos dará raptos de esperanza.

  Solo esas decisiones internas son las que podemos gobernar y hacernos sentir artífices del resultado; solo esas decisiones podrán convertirse en producto de nuestras convicciones y su resultado serán aquello que nosotros  queramos que sean,  aunque esa decisión nos enfrente a conflictos estará en nosotros seguir contra viento y marea.
H.T.

He acumulado saber

Todos mis viajes han sido meras huellas en la arena llevada por el viento. 

He acumulado saber como una bola de nieve.

He cruzado montañas, he pasado exámenes y he dictado conferencias eruditas. 

¿Y de que me ha servido? 

Más he habría valido quedarme en casa cultivando melones imperiales.


Ch’ang Kuo Fan.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Si nos aquietamos

Si las aguas son plácidas, la luna será reflejada perfectamente.
Si nos aquietamos, podemos reflejar perfectamente lo divino.
Pero si nos involucramos sólo en las actividades frenéticas en las que participamos cotidianamente, si buscamos imponer nuestros propios esquemas sobre el orden natural, y si nos permitimos estar absortos en opiniones egocéntricas, la superficie de nuestras aguas se volverá turbulenta.
Entonces no podemos ser receptivos al Tao.
No hay esfuerzo que podamos hacer para aquietarnos.
La verdadera quietud viene naturalmente de momentos de soledad en que dejamos que nuestra mente se asiente.
Tal como el agua busca su propio nivel, la mente gravitará hacia lo sagrado.
El agua turbia se volverá clara si se le permite quedarse tranquila, y así también se aclarará la mente si se le permite estar en calma.
Ni el agua ni la luna hacen ningún esfuerzo por lograr un reflejo.
De la misma manera, la meditación será natural e inmediata.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Qué es un arquero sin un blanco?




¿Qué es un arquero sin un blanco?
No es suficiente el tener la filosofía del Tao.
Uno debe actuar.
Las acciones, no las palabras, son las importantes. Pero el mero movimiento no tiene sentido.
Uno debería tener propósito.
Las metas de corto plazo nos ayudan a determinar cada etapa de nuestras vidas y a experimentarlas completamente.
Las metas de largo plazo nos dan perspectiva y continuidad.
Las metas de corto plazo nos ayudan a comprender la temporalidad de la vida y, más aún, nos proveen de una manera de beneficiarnos de esa temporalidad.
Las metas de largo plazo le dan enfoque a las experiencias que acumulamos.
Nuestras metas deberían ser enteramente personales.
Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos.
Hay sólo una meta universal:
           Una muerte elegante sin arrepentimientos.
R.R.

La práctica del abanico




La práctica del abanico está construida sobre sagrados movimientos que nos ayudan a viajar hasta lo más profundo del alma humana, y transformarla en pura como el agua cristalina, translucida como el cristal y pulida como un espejo claro.
El abanico es una excusa externa, una excusa más para promover que la energía florezca hacia las manos en favor de su apertura-cierre, para propulsar energía hacia fuera, en este caso al abanico y dejarse mover por ella, en este caso desde el abanico.
Y, en general, para acariciar el viento, para ser como el agua, para detener el tiempo en momentos plenos de eternidad.