sábado, 6 de octubre de 2012

Entre la teoría y la práctica:

        Había una vez un joven profesor que realizaba un viaje por mar.      
Era un hombre altamente culto con un gran número de títulos universitarios, pero que tenía muy poca experiencia de la vida. 
Entre la tripulación del barco en el que navegaba había un viejo marinero anal­fabeto. 
Cada noche el marinero visitaba el camarote del joven profesor para oírle perorar sobre múltiples y varia­dos temas. 
Estaba enormemente impresionado con la cul­tura del joven.
 
Una noche, cuando ya el marinero iba a salir del camarote tras largas horas de conversación, el profesor le preguntó:
 


-Anciano, has estudiado geología? -¿Qué es eso, señor? -La ciencia de la tierra.

-No señor, nunca fui ni siquiera a la escuela, no he estudiado nada.

-Anciano, has desperdiciado la cuarta parte de tu vida.

El viejo marinero se fue muy compungido. 
«Si una persona tan letrada dice eso, seguro que es verdad» -pensó-. «¡He desperdiciado la cuarta parte de mi vida!»

Al día siguiente, de nuevo, cuando el marinero se iba del camarote, el profesor le preguntó:

-Anciano, ¿has estudiado oceanografía?

-¿Qué es eso, señor?

-La ciencia del mar.

-No, señor, no he estudiado nada.

-Anciano, has desperdiciado la mitad de tu vida,

Todavía más compungido, el marinero se marchó: 
«He desperdiciado media vida, este hombre tan letrado lo dice.»

También la noche siguiente el profesor preguntó al viejo marinero:

-Anciano, ¿has estudiado meteorología?

-¿Qué es eso, señor? Nunca he oído hablar de ello.

-¡Cómo! La ciencia de los vientos, la lluvia, el tiempo...

-No, señor, como le dije, ni tan siquiera fui a la escue­la. Nunca ha estudiado nada.

-¿No has estudiado la ciencia de la tierra en la que vives, ni has estudiado la ciencia del mar en el que te ganas la vida, ni tampoco has estudiado la ciencia del tiempo que es algo que te encuentras cada día? Anciano, has perdido las tres cuartas partes de tu vida.

El viejo marinero se sentía profundamente desgracia­do. 
«Si este hombre tan sabio dice que he perdido las tres cuartas partes de mi vida, es seguro que he perdido las tres cuartas partes de mi vida.»

Pero al día siguiente llegó el turno del viejo marinero. Entró a la carrera en el camarote del joven y gritó:

-¡Señor profesor, ¿ha estudiado nadología?

-¿Nadología? ¿Qué quieres decir?

-¿Sabe nadar, señor?

-No, no sé nadar

-¡Señor profesor, ha desperdiciado toda su vida. El barco ha chocado contra una roca y se está hundiendo. Los que sepan nadar pueden alcanzar la orilla, pero los que no sepan nadar se ahogarán. Lo siento mucho, señor profesor, con toda seguridad usted ha perdido toda su vida.


Puedes estudiar todas las «logias» del mundo, 
pero si no aprendés nadología, 
todos tus estudios serán inútiles. 
Puedes leer e incluso escribir libros sobre nata­ción, 
podrás discutir sus aspectos teóricos más sutiles, 
pero ¿de qué servirá si rehusás meterte en el agua? 
Debes aprender a nadar.


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