martes, 17 de enero de 2012

>>El maestro, y el niño y las estrellas de mar

 
Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo, a orillas de un mar grande y distante, vivía un niño.
Al niño le gustaba su pueblo. 
Todas las mañanas acostumbraba caminar por la playa.
Una mañana clara de septiembre salió a caminar más temprano que de costumbre.
Al cruzar los primeros médanos, lo vio.
Un cielo de estrellas de mar había sido arrojado a la playa.
Las había por miles. Frágiles, sedientas, abandonadas….
Y es sabida su necesidad de agua…
Y lo efímero de su existencia fuera de ella….
El niño caminó sin prisa y sin pausa…
Demasiadas estrellas para poder rescatarlas…
Demasiada pena para poder aplacarla….
Cuando alzó sus ojos, en el horizonte divisó una confusa silueta que se movía frenética.
Una y otra vez, de la orilla hasta la rompiente, y de la rompiente a la orilla….
Caminó hacia ella.
El anciano de rostro cansado, pelo blanquecino y paso ágil, arrojaba estrellas más allá de la rompiente.
Parecía incansable….
Lo dominaba una fuerza interior que conocía las respuestas…….
-¿Qué haces? –preguntó el niño.
-Arrojo estrellas al mar para que no mueran.
La mirada del niño se perdió en la playa.
-¿Para qué? Son demasiadas. Nunca podrás con todas……
El anciano maestro también perdió su mirada y rápidamente la recuperó en una estrella.
Luego, la tomó entre sus manos y la arrojó con más fuerza.
-Para ella sí tiene sentido.

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